Una Mujer de Novela
Al mirar su curriculum, frío y parco como todos los curriculum, ella parece una señora adinerada que escribe historias para mujeres gordas; esas que viven en mansiones y les encanta la lectura junto a las chimeneas. Pero alcanza con tomar un café con ella y dar un paseo por sus escritos para darte cuenta de que es una artista que usa las letras como una forma de expresar sus pasiones. Digo artista y no simplemente escritora porque su obra es una especie de impresionismo hecho novela, una película no filmada, una investigación histórica hecha fantasía, o un histrionismo del enorme teatro de la vida traducido a letras.
Al conocerla, uno se da cuenta que muchos de los personajes épicos de su obra son de alguna manera ella misma. Y es que su vida fue y es una novela permanente en la que confluyen la realidad con las ficciones, los sueños con los fracasos y el amor con la soledad que se le mezclan en cada una de sus frases pero también en cada una de sus miradas.
Nacida en lo que mi vieja llamaba “cuna de oro” y educada en escuela bilingüe tiene la simpleza de los que tienen clase, es de ese tipo de personas que habiendo tenido mucho se paran en las antípodas de la omnipotencia de los nuevos ricos, y entienden que la riqueza de la vida se cotiza en almas.
Su padre fue un ícono de la ciudad industrial y emprendedora que nunca pudimos ser, un hombre querido por los de abajo, respetado por los de clase media y envidiado por los caretas que nunca lo entendieron y que duramente lo combatieron no solo por sus formas sino también por su impulso innovador que desafiaba al poder económico de la ciudad, más afecto a las tranquilidades que a los cambios.
Aunque quizá a ella le cueste reconocerlo, como todos los que fuimos rebeldes a lo impuesto por los viejos, la marca genética de su padre la lleva consigo, solo que el espíritu emprendedor y creador que su papá le legó no lo expresó en los negocios sino en las letras.
Agradecemos la participación de Lalo Mugnaini, Alejandra Elstein y Griselda Baldatta en este prodrama y el aporte musical de Leandro Romero, Natalia Labeguerie y Walter Gentile
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