Alejandra Elstein


Luchadora por la Vida

Ella en los ochenta no era lo afamada que es ahora. Para la cofradía del Café de Juan, bar emblemático del Tortuga Floriani, era la novia del patrón, hombre que por esa conquista se ganaba la envidia y la crítica de algún revolucionario que estaba fascinado con ella y que según sus palabras después del tercer vino era la demostración de que el Capitalismo siempre se quedaba con las mejores cosas, piropo extraño si los hay, pero que en aquella época de cabellos largos y bolsillos cortos explicaba de manera acabada la desazón amorosa del asiduo asistente al bar.

Capaz que por eso del avance de las mujeres, lentamente ella pasó a tener protagonismo y hoy el Tortuga es el marido de Alejandra Elstein, con quien tuvo dos hermosas clones, a los que solamente les puso el apellido porque en lo genético casi nada. No tengo presente la cara del varón pero espero que ahí el hombre haya tenido su revancha en los parecidos. 

Si no lo hubiera escrito Cacho Castaña y si el machismo no vinieran tan en baja bien podría decirse que cuando ella irrumpe, en vez de una mujer vienen dos minas.

En el diario local, donde comenzó a trabajar de periodista, se hizo famosa rápidamente pero cuando la despidieron y desde allí, previo paso por el asesoramiento a un todopoderoso diputado, nos maravilló a todos con un medio gráfico diferente: El otro Punto; que comenzaba a aparecer de manera gratuita y con mucho esfuerzo familiar, llegando ya más de 500 publicaciones. Ha puesto bombas noticiosas que le hicieron temblar la pera a más de uno o enojarlos de sobre manera, entre los que me incluyo. 

A veces su pluma es un aguijón, en otras un obús dirigido a la cabeza del poder, o un manto de dulzura sobre algún personaje de la ciudad o una crónica autobiográfica de su lucha por la vida. 

Su Revista, como ella misma, nunca pasa desapercibida y es lectura obligada de los viernes de muchos gordos de la liga sénior viendo si salieron favorecidos en las fotos, de poderosos suspirando por no aparecer en sus tapas y otros, como aquel revolucionario de café que la amaba en silencio, simplemente suspirando. 

Agradecemos la participación musical de Lorena Ríos, Pepi Dillon y Roberto Codó

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